jueves, 20 de agosto de 2015

Balística Criminal

Balística Criminal

     El primer intento con  éxito del que se tiene constancia, al descubrirse al autor de un crimen realizado con arma de fuego, data de los comienzos del siglo XIX.
     En 1835 en la ciudad de Londres no había cuerpo de policía, solamente un grupo de ayudantes reclutados por Henry Fielding Juez de paz de Wesminter, a los que se les conocía como los Bow Street Runners, dedicados a investigar los crímenes utilizando  métodos poco ortodoxos, e incluso algunos no muy legales.
Henry Goddard, uno de estos investigadores, al observar una bala extraída del cuerpo de una víctima de un asesinato, se percato de la existencia de una llamativa protuberancia o abultamiento en la misma.
     Dado que en aquella época, las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores habitualmente hacían mediante un molde o TURQUESA sus propios proyectiles, nuestro avezado investigador penso que si encontraba el molde encontraría al asesino.
     Entre los varios moldes y sospechosos encontró un molde que tenia una extraña hendidura, la cual se podía corresponder a la observada.
     Procedió a fabricar un proyectil y al compararlo con el que se extrajo del cuerpo de la vict6ima pudo ver que los abultamientos de ambas eran los idénticos.
Obtuvo de esta forma la confesión de el criminal.
     Un medico forense Berlines, el Dr. Paul Jeserich, asistía en calidad de experto al tribunal de la ciudad alemana de Neuruppin en un caso de asesinato.
     Nuestro doctor era partidario de la teoría que afirmaba que el proyectil al recorrer el anima del cañón y rozar con las estrías de este a gran presión, sufría una serie de lesiones y por lo tanto si se realizaba otro disparo con el arma del criminal, el deslizamiento por el anima del cañón produciría unas lesiones en la bala iguales a las que tenia la extraída del cuerpo de la víctima, siempre y cuando el arma empleada fuera la misma.