Balística Criminal
El primer intento con éxito del
que se tiene constancia, al descubrirse al autor de un crimen realizado con
arma de fuego, data de los comienzos del siglo XIX.
En 1835 en
la ciudad de Londres no había cuerpo de policía, solamente un grupo de
ayudantes reclutados por Henry Fielding Juez de paz de Wesminter, a los que se
les conocía como los Bow Street Runners, dedicados a investigar los crímenes
utilizando métodos poco ortodoxos, e
incluso algunos no muy legales.
Henry Goddard, uno de estos investigadores, al
observar una bala extraída del cuerpo de una víctima de un asesinato, se
percato de la existencia de una llamativa protuberancia o abultamiento en la
misma.
Dado que en
aquella época, las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores
habitualmente hacían mediante un molde o TURQUESA sus propios proyectiles,
nuestro avezado investigador penso que si encontraba el molde encontraría al
asesino.
Entre los
varios moldes y sospechosos encontró un molde que tenia una extraña hendidura,
la cual se podía corresponder a la observada.
Procedió a
fabricar un proyectil y al compararlo con el que se extrajo del cuerpo de la
vict6ima pudo ver que los abultamientos de ambas eran los idénticos.
Obtuvo de esta forma la confesión de el criminal.
Un medico
forense Berlines, el Dr. Paul Jeserich, asistía en calidad de experto al
tribunal de la ciudad alemana de Neuruppin en un caso de asesinato.
Nuestro
doctor era partidario de la teoría que afirmaba que el proyectil al recorrer el
anima del cañón y rozar con las estrías de este a gran presión, sufría una
serie de lesiones y por lo tanto si se realizaba otro disparo con el arma del
criminal, el deslizamiento por el anima del cañón produciría unas lesiones en
la bala iguales a las que tenia la extraída del cuerpo de la víctima, siempre y
cuando el arma empleada fuera la misma.